El abismo
Ese gesto nuevo, desconocido para él hasta ese entonces, le llevó a dar un paso atrás, que quiso ser de cautela, pero que fue de pavor al descubrir la fragilidad en la que se sustentaba. De repente se asomó a la ventana del abismo y lo vio allí, cercano y profundo, como amenazante, como un agujero oscuro que convirtiera en la nada a quien cayera en su lecho. Sumido en el anhelo melancólico de lo que había estado entre sus manos un instante antes de echar a volar, vagó por los caminos de la incertidumbre confiando en que todo hubiese sido el espejismo que se aparece en el desvarío de un mal sueño.
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