La personalidad
En ocasiones nos empeñamos en pensar que somos un código genético, como si las personalidades quedaran fijadas al nacer en el libro que escribía sin cesar el viejo de la montaña errante en "La historia interminable". Pero no. Tenemos la fortuna de ser lo que vivimos; sobre eso tengo pocas dudas. Y no es cierto que llegáramos a Nueva York siendo personajes de un cuento que se entregan al paréntesis de una experiencia pasajera, como si nuestras existencias quedaran pendientes hasta nuestro regreso. La ciudad nos ha ofrecido otras vivencias, relaciones con otras gentes, descubrimientos de otras realidades. Y nosotros, seres permeables, nos hemos dejado llevar, abrazados por los cambios que hemos ido experimentando. Nuestras personas no volverán a ser lo que fueron antes de llegar. Todos regresaremos, pero habremos cambiado. Ya no seremos los que vinimos.
New York, 31 de octubre
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