Duelo en Granada
Mientras las familias de los seis fallecidos en el accidente de las obras de la autovía del Mediterráneo lloran a sus muertos, dos personas se afanan en el interior de un coche en romper los documentos que nos pueden permitir entender lo que ha ocurrido. Planos de túneles, contratos de trabajo, una auditoría y otros papeles yacen casi destruidos en el fondo de un contenedor de Pulianas mientras los cuerpos inertes de cinco portugueses y un español se van enfriando poco a poco. Ellos son las víctimas de las grandes constructoras, que apelan a la especialización de las subcontratas de las subcontratas de las subcontratas para justificar el abandono de las obras que les corresponden. El próximo 1 de noviembre nuevas familias se acercarán a los cementerios de Portugal a llorar la muerte temprana de seres inocentes. Y otro año serán más, muchas más Navidades sin los seres queridos. Nadie puede restituir una vida segada de cuajo, ni devolverle el padre a ese niño huérfano. Ójala no se repita nunca más. Y ójala algún día veamos a los responsables últimos dar con sus huesos en la cárcel.
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