La felicidad en los tiempos difíciles
Cuando se hizo inminente el miedo le dejó paralizado. Su vida se apareció a borbotones en forma de fotogramas inconexos. Le llegaron los recuerdos más dulces de tiempos pasados: una playa que verían como cada año tras cerrar los ojos, una mano pasando una toalla húmeda sobre su frente ardiente, una olla con un guiso de pescado en un domingo de primavera. Quiso convencerse de que todo saldría bien, de que todo se quedaría en una pesadilla de final feliz. Y entonces brotaron todas las lágrimas que había estado conteniendo. Y entonces supo que las tendría que guardar durante un tiempo, dejarlas caer a escondidas, donde nadie las pudiera ver. Supo que tendría que ser feliz, porque esa felicidad contagiosa sería la que les sostendría a todos en los tiempos difíciles. Y quiso pensar de nuevo que todo iba a salir bien y ahí encontró el motivo de la felicidad.