Capítulo primero
Y al despedirse, ella se retiró levemente la máscara, dejando entrever la sonrisa radiante que él había intuido, y se encaminó hacia el tren que se la llevaría para siempre. Paralizado, la miró por última vez mientras sus pasos la alejaban del andén en que minutos antes se habían conocido. Y entonces ella, como si adivinara su anhelo, se volvió hacia él--quizás nerviosa, un poco titubeante--y le dictó sus señas para que aquel encuentro no quedara en el recuerdo, quién sabe si en el olvido. Cuando el tren echó andar, él le dedicó una última mirada furtiva a través del cristal, intentando no ser visto, colocándose los auriculares que le sumieron en un pensamiento circular que comenzó a orbitar alrededor de aquella aparecida de la estación de Ettelbruck.